Día 8: finaliza la competición sin despertar entusiasmo.

festival malaga 2014

El 17º Festival de Málaga ha llegado a su recta final. Hoy vimos en competición oficial las dos últimas películas que lucharán por convencer al Jurado para figurar dentro del palmarés final y el saldo final de la Sección Oficial ha terminado siendo más endeble de lo que se presumía al inicio de la muestra. Los dos títulos de hoy, completamente antagónicos, pueden ser el reflejo fiel de lo que ha dado el certamen a lo largo de toda la semana, donde se han dado cita películas que prometían mucho y han llamado a la decepción entre los especialistas y otras que han cumplido con las expectativas, pero sin llegar a abrigar la redondez, algo de lo que sólo un par de cintas podrán presumir, mereciendo por ello ser las grandes triunfadoras de mañana.

Oscuridad redentora.

En Al final de la escalera (The Changeling) (1980), de Peter Medak, el sonido de una simple pelota rodando escaleras abajo lograba estremecer como nunca antes otro elemento narrativo lo había hecho en el cine. El mérito estaba en que, a pesar de haber narrado toda la película de un modo academicista, Medak también había sabido disponer las pistas previas de manera efectiva hasta llegar a tremenda escena cumbre de su cinta. En Purgatorio, debut en el largometraje de Pau Teixidor, podemos encontrar un conato de aquella maestría en el uso simbólico que se la da al sonido de un trompo al dar vueltas sobre sí mismo en un momento también cubre de la película. Pero los resultados distan mucho de los obtenidos en Al final de la escalera. Porque Purgatorio, con su estética de Instagram o de anuncio de IKEA, no sabe o no quiere abogar abiertamente por dar miedo y prefiere contar en tono un tanto alegórico el calvario sanador que efectuará esa madre para superar la muerte de su hijo. Y ahí radica el gran problema de la película. El que se haya optado por el thriller psicológico para abordar una historia de tintes tan melodramáticos, lo que lleva al guión a manejar situaciones de manual (el sonido del trompo), a la vez que una serie de trampas y trucos de guión, para acercar la historia a los parámetros de un género que le es hostil.

purgatorio1

A pesar de una factura técnica exquisita, que sabe sacar un partido excelente a la limitada localización, Purgatorio queda lejos de los resultados obtenidos también por El habitante incierto (2004), de Guillem Morales, otra película con la que guarda no pocas similitudes. Los pretendidos desvíos a lo sobrenatural no se ensamblan con naturalidad en la narración y la proliferación de un efectismo técnico meramente decorativo (algunos usos con la cámara, la omnipresencia de una banda sonora repleta de golpes de efecto, la oscuridad como hábitat del mal), termina por acercar el misterio y el terror que tanto busca Purgatorio a una previsible acumulación de tópicos. La raíz de los defectos parte de un guión realmente plano, que busca rellenar sus carencias con fuegos de artificio y sobre el que el novel director trata de imponer un estilo de reconocida influencia en el thriller comercial, demostrando oficio y temple, sí, pero al final, ni el suspense pedía a gritos tanta impostura narrativa, ni el drama interno del personaje principal se merecía tremendo calvario nocturno. Un personaje al que interpreta sólidamente Oona Chaplin, que cumple con convicción priorizando el componente dramático de su personaje, de intenso e indescriptible dolor, sin dejarse llevar ni caer en la comodidad que siempre suponen los tics tantas veces transitados por otras actrices en papeles del mismo corte.

purgatorio3

Españoles por el mundo.

Si Purgatorio defraudó a primera hora de la mañana, La vida inesperada, segundo largo de Jorge Torregrossa, con guión de Elvira Lindo, fue la encargada de cerrar la competición del certamen dejando, además, mejor sabor de boca de lo que nos temíamos. Para esta historia de dos primos que se reencuentran en la ciudad de las oportunidades por excelencia, Nueva York, centrada en remarcar las bondades del individuo y en hacer hincapié en la tragedia personal que puede suponer madurar de golpe y porrazo y entender que aquello por lo que tanto luchabas jamás llegará a ser un sueño hecho realidad, Torregrossa parece haberse chutado de lo mejorcito de la comedia dramática norteamericana, con Frank Capra como referente espiritual y el clasicismo de Rob ReinerNora Ephron como probeta donde operar. La mezcla les sale bastante bien a Lindo y Torregrossa, significando para ambos La vida inesperada un cambio de signo bastante elocuente de la madurez y la experiencia adquiridos, proporcionando al espectador un producto de sólido andamiaje, sin costuras, perfectamente equilibrado en su mezcla de comedia y drama, que genera una película verdaderamente amable y deliciosa, tan apta para la taquilla como podría serlo cualquier producción norteamericana de la misma índole, a las que ésta tiene poco que envidiar, en su factura y su puesta en escena, principalmente, por no hablar de la magnífica música compuesta por Lucio GodoyFederico Jusid, pero también en el alcance de su sensiblera narración.

5f0d3-lavidainesperada1

El problema en La vida inesperada es que no logra superar a sus bien reconocibles referentes y puede ser tildado de una copia españolizada de la típica comedia edulcorada y con moraleja hecha en Hollywood. Eso es porque, si bien Torregrossa y Lindo han absorvido de una forma bastante precisa y ejemplar todas las virtudes de ese género en sí mismo, también han dejado colarse en su criatura sus más acérrimos defectos. A La vida inesperada le falta algo de acidez, un punto de mala uva o, simplemente, costumbrismo que la ubique como una película de identidad claramente española y no por ser patriota, sino porque a lo largo de su metraje el humor que mejor le funciona a la cinta es precisamente el más autóctono (el personaje de la madre a la que da vida, en permanente videoconferencia, una enorme Gloria Muñoz). En La vida inesperada se desperdicia mucho el juego que podría haber dado la relación de opuestos de los dos protagonistas, que podría haber generado una especie de homenaje a otra grande de la comedia americana, La extraña pareja (The Odd Couple) (1968), de Gene Saks, y se peca además de ofrecer una visión absolutamente ilustrativa y, por momentos, idealizada de la vida de un extranjero en la capital del mundo, por mucho que las penurias de la misma se dialoguen a menudo entre los personajes. A su favor, de nuevo, La vida inesperada obsequia dos encantadoras interpretaciones de su pareja protagonista, un conmovedor Javier Cámara y un modélico Raúl Arévalo, además de permitir a Carmen Ruiz lucirse a gusto en un papel francamente mágico. Eso, y un cameo de nada menos que Maribel Verdú.

foto-javier-camara-y-raul-arevalo-en-la-vida-inesperada-301

Deja un comentario