El 17º Festival de Málaga. Cine Español ha levantado el telón y lo ha hecho dejando al patio de butacas bastante frío, por lo menos en lo que se refiere al pase de prensa de la esperada película de la directora peruana Claudia Llosa, Aloft (No llores, vuela). Estaba claro que la idea de programar un título como este en la jornada inaugural respondía a criterios claramente populistas y es que, dada la vocación del certamen por ampliar su visibilidad en el ámbito internacional, debía resultar un gran golpe de efecto, a nivel mediático, arrancar la cita con el cine español malagueña con la película que, a priori, más y mejor podría llevar a hablar del certamen fuera de nuestras fronteras, sobre todo cuando No llores, vuela llegaba a la capital de la Costa del Sol tras su paso por la Sección Oficial de la pasada Berlinale.
Si en el festival germano la película de Llosa se fue completamente de vacío, en Málaga parte con notable ventaja dada la ambición y calidad media que históricamente ha caracterizado la selección de filmes a concurso en el festival andaluz. Puede pesar en su contra la sensación de ser «poco española» de cara a su presencia en el palmarés final de un certamen dedicado en exclusiva a nuestra cinematografía. Sin embargo, este relato en doble espacio temporal sobre la necesidad balsámica del perdón entre una madre y su hijo, separados tras largo tiempo debido a un drástico accidente, podría calar hondo en el Jurado si este llegase a conectar con la particular dicotomía que se establece a lo largo de su metraje.
Por un lado, el personal estilo narrativo de una directora facultada y mucho para dar forma a un lenguaje estrictamente reflexivo, dilatando el tiempo de sus planos para con ello tratar de lanzar especies de alegorías que refuercen la embelesante carga onírica de la película. Por el otro, una puesta en escena anclada en un excesivo uso de una cámara febril y en constante movimiento, que por momentos parece buscar conatos de realidad dentro de una ficción amparada en la fe. Este contraste establece un arma de doble filo ante el visionado de No llores, vuela, que si bien logra mantenerse en permanente coherencia consigo misma, también destierra la implicación del espectador ante lo que sucede en pantalla, por muy trágico o impactante que esto sea.
Alivian las asperezas que levanta el film el trabajo de prácticamente todo el elenco de actores, cada uno de ellos con eventuales dosis de lucimiento dramático, aunque sea, por razones obvias, Jennifer Connelly la que merezca mayores elogios y, para este servidor, no sería descabellado pensar en ella como en la primera actriz extranjera en hacerse con la Biznaga de Plata del certamen. No obstante, acabamos de inaugurar la muestra y aún es pronto para realizar conjeturas al respecto. De momento, Málaga ha dado el pistoletazo de salida con la película, quizás, más personal y autosuficiente de las seleccionadas, lo que la predispone a correr el riesgo de convertirse en una de las mayores incomprendidas de este 17º Festival de Málaga. Cine Español.
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